Recordando…

La foto corresponde a las casas de los marineros en el barrio de Labañou en Coruña, por donde atravieso a menudo en mis caminatas rumbo al paseo marítimo que rodea la ciudad. Y siempre, invariablemente, me paro a respirar la tranquilidad que me inspira ver la ropa tendida en la mayor parte de las ventanas.

No es una imagen habitual, en las ciudades la vida se esconde, y los tiempos de lo cotidiano ya no existen. Tendemos la ropa, y mal, entre prisas o ya vestidos para salir al mundo, y haciendo malabares en diminutos espacios escondidos de la estampa de modernidad y eficacia. Porque lo queremos todo pero ya no hay un tiempo para cada cosa. Sólo el olor del suavizante, no el de la ropa limpia. Porque claro, ahora…  “conciliamos”.

Decía recientemente Michelle Bachelet, estrenando cargo como directora ejecutiva de ONU Mujeres, que «la igualdad solita no se da», y que «uno de los trabajos más nobles posibles, como es lograr la igualdad de la mujer».

En la entrevista, ocupada en su mayor parte por el relato de su peculiar biografía, le preguntan, como no, qué hay que hacer para que la conciliación sea real. Y ella responde… lo que se espera, claro:

Lo primero y más importantes es la necesidad de un cambio cultural en el que hombres y mujeres compartan la responsabilidad de la casa y de los hijos.

… hay que seguir educando a los niños desde muy pequeños sobre la igualdad y la corresponsabilidad. Además, hay otros aspectos que pueden ayudar a la conciliación, como las guarderías, o las políticas de empresa que flexibilicen la presencia, en los casos que se pueda, o las políticas que incentiven la maternidad desde el punto de vista económico.

 Y dice también que «hay que empezar con la educación de niños y niñas, desde chiquitos». De entrada le advertiría, como mínimo, que ya que se especializa en el ¿tema?, se pare en los conceptos y en cómo los expresa así que nuestra sugerencia es “Hay que empezar por la educación desde el principio”

El recetario de respuestas incluye todos los errores conceptuales y tópicos disponibles en los que seguimos paralizados

«hay que contar con la complicidad de los hombres en las campañas contra la violencia de género». [¿no es «la violencia» un problema de «toda la sociedad»?]

«Cuando hay tal falta de igualdad hay que tener políticas para corregirlo hasta que se produzca el cambio y la igualdad de oportunidades sea algo natural; entonces, no serán necesarias las cuotas». [sin entrar a discutir ahora este concepto de igualdad, ¿no habrá que buscar causas en vez de remedios?]

Y nuestro preferido, el gazpacho de culturas, perspectivas, parcialidades, sesgos malignos y demás

 En la mayoría de las sociedades actuales, los hombres pueden desarrollar todos sus potenciales, y las mujeres, no. [¿seguro?]Lo que quiero decir es que hay que actuar con una mirada transversal, plantearse en cada una de las políticas si existe realmente igualdad entre hombres y mujeres, y actuar en consecuencia, incorporando políticas que supongan igualdad de oportunidad y de derechos. Todavía hay países en los que las mujeres no tienen los más elementales derechos. Por eso, yo propongo siempre tener la mirada de la diferencia que supondría incluir en todas las políticas aquellas medidas que ayuden a que las mujeres puedan superar los obstáculos con los que se encuentran.

Y esta remezcla de recuerdos y tópicos me surge hoy por un vídeo que me señala un amigo en el marco de una reflexión sobre competencias del tipo “organización del tiempo y del trabajo”. No tiene desperdicio. En realidad, lo interesante de este post es escuchar a Nigel Marsh hablando de cómo abordar el equilibrio vida-trabajo con equilibrio? No es que se repita, es que va al origen del problema. Merece la pena escuchar.

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Isabel Iglesias

Experta en análisis estratégico y dinamización de la información. Investigadora de nuevas realidades, alérgica a los tópicos, bloguera... Productora y guionista. Desde 2009 uniendo Cine e Investigación para contar esas nuevas realidades por descubrir como la película Máscaras. En desarrollo dMudanza, componiendo la polifonía de voces de reflexión de la ciudad.