País… por cojones?

Aunque mis conocimientos de física han sido siempre más bien escasos, más por falta de aptitud de los enseñantes que me han tocado que propia, hay algo que si recuerdo, que es aquello de que tener el centro de gravedad bajo implicaba mayor estabilidad. Lo que sí tengo incorporado, a pesar de ser de letras, es el método científico con su búsqueda de explicaciones “simples y potentes”.

Por otra parte mi intuición, nada científica lo sé, me dice que entre tanta profusión de datos y sesudos estudios se nos han escapado la creatividad y lo obvio, la explicación simple que nos permite enfocar el blanco.

Lo grave del asunto es que no atinamos con el centro de gravedad. Y es que en un país que todo se hace por cojones, o no se hace porque a alguien no le sale de los cojones, que cuando uno (nunca mejor dicho) no tiene nada que hacer o se escaquea, se dedica a rascarse los cojones y que, cuando las cosas van mal es que alguien o algo le está tocando los cojones, parece bastante obvio que todo apunta al mismo sitio, al centro de decisión.

Y como lo científico apunta a lo simple, cuando todos los razonamientos resultan coincidentes parece que debieran merecer, al menos, una pequeña reflexión. Y es que no sé a qué tanto molestarse legislando y sensibilizando si igual es más una cuestión de cirugía que, por lo que sé, tiene más probabilidades de avance que el comportamiento humano. Pues no es una cuestión banal, resulta que en vez de tanto hablar de fomento de la igualdad (de oportunidades ojo, no confundir) lo único que deberíamos hacer es “un implante de cojones”.

A primera vista me parece práctico que el daño (moral o físico) duela de cojones, que lo bueno sea un gustazo de cojones y que cuando la sorpresa te deja sin argumentos baste con la simple explicación de «Hay que tocarse los cojones!. Desde luego nada que ver con que te “revuelva el estómago”, “te oprima el corazón” o te “ofenda la inteligencia”. En cualquiera de estos casos, el argumento explicativo parece moverse por todo el cuerpo dificultando la localización del “centro de gravedad” que, en todo caso, permanece demasiado alto para una correcta estabilidad de la estructura (¿o debería referirme a “las estructuras”?).

Lo cierto esta es una divagación de hace un tiempo y cuando se me acabó la inspiración y ahí lo dejé, sin saber a ciencia cierta (pues vaya con la ingenuidad de las expresiones… ¿es que hay ciencia incierta?) como continuar con tan «altos» pensamientos. Pero en la prolongación de corrillos y comentarios de EL PARTIDO del pasado sábado me dieron el broche perfecto al escuchar a alguien que decía que “se le pusieron de corbata

NOTAS POSTERIORES: Aunque ya al margen de la divagación, este enlace también le hubiera venido bien. Es un artículo de Andrés cuando iniciaba su proyecto de marca personal: MDC 2.0 (miedo de cojones 2.0)

Reflexionando sobre el Mercado gay y funky business, Julen Iturbe decía: «Además, todavía quedan armarios sin abrir. El fútbol, por ejemplo, es territorio de machos. Camacho, el Poli Rincón o los sonrojantes comentaristas de la SER no parece que sean objetivo de ventas del Fiat 500. Hasta ahí podíamos llegar. El fútbol todavía se juega con un par de cojones. Y, claro, esto incluye que para motivar, hay que gritar a un chaval de 13 años: ¡Cabrón, hijoputa! ¡La hostia! ¡Que hay poner más cojones en el campo! Y nadie se escandaliza.

Publicación original: enPalabras

Compartir

Isabel Iglesias

Experta en análisis estratégico y dinamización de la información. Investigadora de nuevas realidades, alérgica a los tópicos, bloguera... Productora y guionista. Desde 2009 uniendo Cine e Investigación para contar esas nuevas realidades por descubrir como la película Máscaras. En desarrollo dMudanza, componiendo la polifonía de voces de reflexión de la ciudad.

1 comentario

Campanillas y campanazos – enIgualdade | Contextos · 24 noviembre, 2013 a las 14:53

[…] como la excepción que confirma la regla: si pensábamos que todo se puede hacer “por cojones” ya vemos que no, la música está prohibida. O al menos la de navidad, ya que sobre los […]

Los comentarios están cerrados.